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Familias emprendedoras que han encontrado en Integración Social la puerta al camino de sus sueños

El apoyo que recibió Jennifer Rodríguez de la Manzana del Cuidado de Kennedy, a través de los talleres de formación que lidera el Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) Timiza, logró que aprendiera el arte de los telares, actividad que la inspiró para enseñar y emprender su propio negocio, lejos de los números y los documentos que solía hacer en la rama de la contabilidad.

Ser un emprendedor va más allá de aprender a hacer o fabricar algo para venderlo. Esta es la historia de Jennifer Rodríguez, quien dejó a su lado su trabajo como auxiliar contable para dedicarse al cuidado de sus dos hijos de seis y ocho años de edad, tiempo en el que dejó de estudiar y aprender diferentes cosas.

“A muchas mujeres nos pasa que sentimos que solo servimos para lavar, cocinar y atender la casa. Un día mi instructora me propuso que enseñara lo que había aprendido, acción que desde ya hace tres años vengo desarrollando con más de cien cursos virtuales y presenciales que han aportado para transformar la vida de otras personas, especialmente mujeres”, destacó Jennifer, quien ve tiempo después, el producto de tanto esfuerzo en su vida.

En el proceso de formación que ha liderado Jennifer, está Maritza Alejandra Ceballos, otra mujer que motivada a buscar nuevas experiencias y conocimientos llegó al curso de telares, encontrando en la bisutería una alternativa laboral, dejando atrás un sufrido colapso nervioso en su antiguo trabajo como digitadora que la llevó a una clínica psiquiátrica y la mantenía de recaída en recaída, en cada una de las cuales volvía a terminar hospitalizada y sin la posibilidad de crecer y ejercer laboralmente.

Maritza bajo los conocimientos de su maestra Jennifer conoció la ‘Mostacilla Checa’, esas pepitas diminutas de colores con las que se elaboran colares, aretes y todo tipo de accesorios artesanales, arte que le ha servido para recuperar su autoestima y seguir adelante.

“Trabajar con ‘Mostacilla Checa’ relaja mucho, distrae la mente, lo mantiene a uno ocupado, de hecho, mirar diseños nuevos me relaja”, contó Maritza Alejandra, que desde junio no ha tenido que volver a la clínica porque las recaídas desaparecieron.

Ella aprendió a fabricar manillas cuando enfrentó la primera hospitalización, como parte de la terapia ocupacional que recibió, y con ese conocimiento ahora participa de las ferias que se organizan para exhibir y vender los productos que fabrican emprendedores y emprendedoras.

Pero no solo Jennifer enseña a ser emprendedor, es el caso de Daniel Felipe Guzmán Rodríguez, un joven de 18 años con discapacidad cognitiva y visual y que sufre de convulsiones que lo dejan desorientado. Él, en compañía de su mamá, Alba Rodríguez, escuchó de los talleres de los CDC de Kennedy, los cuales le han servido, no solo como terapia personal, sino para darle un cambio positivo a su vida.

Alba, le organiza en una bandeja los materiales por colores a Daniel, él toma el hilo y la aguja y fabrica sus accesorios. “Le ha ayudado muchísimo, ha convulsionado menos, está más activo, le encanta”, dijo su mamá que hace las veces de maestra con el apoyo de Jennifer.

“Estos espacios ayudan a dar vida, a tener una motivación de que todavía se puede hacer algo”, afirmó Jorge Betancur, un hombre de 54 años que tuvo que dejar su trabajo de jefe de una bodega porque desarrolló una enfermedad ocupacional que le impide hacer fuerza.

Y así continúan las historias de vida de las tantas personas que han encontrado el apoyo de la Secretaría de Integración Social y, a través de estos procesos de formación y acompañamiento han logrado sus metas y proyectos. Como Liz Sierra, beneficiaria del curso de diseño en el CDC Timiza, quien gracias a estos procesos de formación en costura, aprendió a confeccionar pijamas y faldas; actualmente finaliza el taller patronaje para camisas y ropa exterior.

“Yo sé que los grandes diseñadores tienen su nombre en sus prendas, y yo quiero ser diseñadora de alta costura y tener mi propia boutique”, destacó Liz Sierra, quien con su nuevo aprendizaje y lo que se gana en arreglos de costuras compra los materiales, también ya creó su propia marca.

Es así como Jennifer, quien ahora comparte más tiempo con sus hijos y disfruta de todo lo que hace como tutora de nuevas familias y emprendedores, son muchas familias que se benefician con el apoyo de Integración Social que llega a todos y todas.

“Nos enorgullece que en nuestros Centros de Desarrollo Comunitario, las personas que acuden a disfrutar de los servicios encuentren opciones para desarrollar sus emprendimientos y conectarse a esa red de apoyos conformada con muchos talentos que aquí encuentran una oportunidad”, concluyó Elizabeth Fuentes Murillo, subdirectora local de Kennedy.

ediariocol2020@gmail.com

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