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El programa de habitabilidad en calle que dignifica la vida de las personas en Kennedy

POR JOSÉ LUIS RAMÍREZ MORALES. – Blas Barragán tiene 55 años de edad y ha encontrado en el Centro de Desarrollo Comunitario Kennedy algo que considera fundamental para recuperarse del alcoholismo que lo aqueja desde los 17 años. “En el CDC no discriminan a las personas, esa es la base de todo”, cuenta.

Blas llegó, como lo ha hecho en otras oportunidades, a participar de una jornada de autocuidado de programa de Habitabilidad en Calle de la subdirección Local para la Integración Social de Kennedy. Allí pudo acceder a una ducha, a ropa limpia y a un refrigerio, al igual que otras personas habitantes de calle.

Su vida ha sido inestable debido a su adicción al alcohol, aunque hace esfuerzos para mantenerse sobrio gracias a los consejos que recibe en el CDC Kennedy y en la alcaldía de la localidad, a donde asiste porque se siente incluido y bien tratado por las personas que atienden los servicios.

Su historia de vida ha estado marcada por el alcohol, que le ha quitado todo, empezando por su familia conformada por su esposa y cinco hijos, que hoy no están con él. “En estos momentos estoy en recuperación, es donde uno mira las fallas que ha tenido. Lo que uno ha perdido empezando por la familia, la sociedad que lo desprecia y lo saca para un lado”.

Blas estudió algunos semestres de ingeniería mecánica, pero no terminó la carrera a causa del alcohol. Ha recaído muchas veces, pero a pesar de eso insiste en su recuperación aprovechando las oportunidades del CDC y de la alcaldía. “Estamos en una jornada de Integración Social, nos invitaron. Es importante que no olviden a las personas que están en problemas”.

“Yo empecé a trabajar en el servicio urbano, empecé a ganar plata y la gastaba en licor. Uno muchas veces se ponía a tomar en la madrugada y así empezaba a trabajar, con tragos en la cabeza, y así pasaba todo el día”, recuerda.

Hoy, mientras trata de dejar atrás esa historia de adicción, se esfuerza por empezar de nuevo gracias a su contacto con los servicios sociales de Integración Social. Eso sí, tiene presente el inventario de pérdidas que lo llevó a la calle. “Perdí muchas oportunidades, demasiadas. Yo perdí una buseta por el alcohol. Esa es una de las fallas, que cuando uno está metido en el alcohol, no piensa”, reflexiona Blas.

“Atender a las ciudadanas y ciudadanos que están en condición de habitabilidad en calle es una prioridad; trabajamos para ofrecerles condiciones dignas de vida y acercarlos a los programas sociales”, comenta la subdirectora Local para la Integración Social de Kennedy, Elizabeth Fuentes Murillo, que lidera jornadas en toda la localidad en alianza con otras entidades para atender a las personas que habitan en la calle.

Blas agradece la ayuda recibida en el CDC, pero tiene clara una premisa que le ha enseñado la vida: “que uno mismo tiene que controlarse, es la única forma, a uno pueden darle el tratamiento que quieran, pero mientras uno no tenga el control mental, sigue en las mismas”.

En su larga carrera alcohólica, Blas ha visto a muchos compañeros de este oscuro mundo del alcohol morir en las calles en situaciones dramáticas y dolorosas, por cirrosis y en muchos casos expulsando el hígado por la boca, ahogados e infartados. Esta es una imagen que se ve a diario en las calles y en las esquinas.

Y lo que mucha gente ignora es que no es un vicio, es una enfermedad que destruye y finalmente mata. Reitera que es un problema de salud pública y que no se le ha dado la importancia y que afecta a todas las clases sociales y es aceptado socialmente.

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